Según sigo sabiendo (o algo más o menos así) (intento de conclusión)

Cómo he disfrutado este trabajo. Cómo he sufrido este trabajo. Las horas se me escaparon y se escapan todavía y parece que por fin estoy llegando al final, repito, parece. ¿Qué puedo decir que valga la pena a esta hora? Son tantas cosas las que han pasado por mi mente a lo largo de estas semanas.

Mi primera dificultad fue elegir el eje complementario. Creo que escogí el arte urbano como una derivación de mis tres vanguardias, el arte que se escapa de los métodos convencionales y toma la ciudad y de paso a sus habitantes y los arrastra a un viaje aunque ellos no quieran. El arte modifica los espacios, tu reacción es tan tuya como el espacio que fue alterado.

Quise que el arte como generador de diálogo fuera el hilo conductor de este trabajo, no sé si lo logré. Creo que el primer paso para lograr las reformas que como sociedad demandamos es conseguir una integración comunitaria con los espacio públicos, con nuestros espacios públicos. Nos pasamos la vida demandando mejorías pero es de entender que nadie va a invertir en un espacio muerto (como son la mayoría de los parques de la ciudad). Y también creo que para lograr que como sociedad nos volquemos a la recuperación de dichos espacios, la labor del arte es vital. Intervenciones que no requieren de mucha inversión pueden modificar de manera muy significativa los espacios y con ello alterar la percepción de los usuarios y de los que pasan por ahí, generando así un diálogo, logrando que el espacio el cuestión se introduzca en la agenda pública. Invitando así a más personas al diálogo.

Creo que el arte ha llegado a un lugar en su evolución en el que no se puede permitir ser sólo arte. Su función es vital para la sociedad. El arte anuncia y denuncia. Convoca y rechaza. Celebra y condena. Hace unas semanas entrevisté al escritor Juan Villoro, durante la charla mencionó la importancia del arte para comprender la realidad, sobre todo en lugares como México en los que parece que la ficción es más real que la realidad. Por eso que el arte   en espacios públicos sirva como método para exponer las verdades que los medios de comunicación y el gobierno ocultan, los verdaderos problemas de la sociedad en la que somos y existimos. Arte que exhiba los problemas reales y nos permita entender la sociedad.

Las demandas de Banksy contra la violencia policiaca, las demandas de Salles enfocadas a una sociedad que no lee, la protesta de Guerrilla Gardening que exigen más áreas verdes. Todos ellos nos ayudan a entender nuestro entorno. Rafael Lozano-Hemmer nos dice que todos somos capaces de crear algo bello, utilizando nuestras computadoras o el celular, pero más importante, con el corazón.

Por otro lado Mathew Inman y Charlie Todd nos hacen reir, búrlandose de las cosas más simples y absurdas. Para recordarnos que no todo está mal y que aún lugar para la esperanza, para sonreir un poco y por qué no, comenzar nuestros días riendo.

A mi me regresó la ilusión de concluir mis proyectos artísticos que dejé en pausa hace un par de meses. A ver si el verano me quita lo huevón.